Gusto en saludarte
ACERCA DEL AUTOR
Soy Alvaro Olascuaga y me da gusto saludarte. Seguramente tengamos en común la sensación de que nuestro ser se permea en una realidad misteriosa, que nos consuela con mensajes sutiles para orientarnos en el laberinto de la vida. A veces, esas grietas benefactoras del plano espiritual dejan filtrar amistades maravillosas, impresiones de viajes inolvidables o un libro que nos llega como por destino.
Y si hablo desde mi profesión de psicólogo, tendría que acordar con Carl G. Jung en que el inconsciente colectivo hace emerger un mismo símbolo vivo en distintas personas del mundo al mismo tiempo.
Así, en mis viajes se me impuso un símbolo en la figura del unicornio de las tapicerías medievales del museo The Cloisters en Nueva York y del museo de Cluny en París. Las dos historias paralelas que contaban eran muy distintas, pero el personaje del unicornio era idéntico. Y me di cuenta de que había un puente que unía ambas series, separadas por el destino de la historia.
De los muchos libros técnicos que investigué, ninguno ofrecía ese nexo, que como obsesión me fue empujando a comprender la revelación perdida en el tiempo, mientras llevaba las preguntas al sueño y a la meditación, al mismo tiempo que escribía mi novela.
¿Cómo un psicólogo escribe un libro y no cae en el trillado camino de hablar de las historias confiadas por sus pacientes? Pues ni siquiera me imaginaba que mi destino iba a empujarme a escribir, y menos una novela. Yo asociaba la novela con la ficción, y la realidad fue que pude escribir mis memorias bajo el artificio, supuestamente imaginativo, de una trama de suspenso.


Un gran disparador para animarme a contar esas memorias se produjo en un taller, cuando una colega —Janeth, de Colombia— me dijo sin mucho preámbulo: “escribe, pues tienes muchos tesoros para compartir”. Yo me sonreí, pensando que halagaba mis posibles conocimientos intelectuales.
Pero fue al ponerme en la cocina de la escritura que lo entendí todo: esos tesoros no eran míos. La Vida me había ido llevando deliberadamente a encontrarme con personas y a exponerme a impresiones a través de los viajes, todo con el fin de que lo compartiera. Los tesoros no eran de mi propiedad. Apenas había sido el testigo capaz de ordenar las piezas del puzzle.
El milagro podría finalmente producirse cuando alguien más reconociera esos espejos de Unicornio extendidos por la Dama, leyendo el libro, haciéndolos suyos y pudiendo resonar juntos en la intuición de nuestro origen y de los seres espirituales vinculados a nuestro propósito último.

Nací en Montevideo en 1970 y me formé como psicólogo clínico en la Universidad Católica del Uruguay. Muy pronto descubrí en la obra de Carl Gustav Jung una llave para comprender los símbolos que emergen en la vida cotidiana y en los sueños. Su psicología analítica me permitió reconocer que la psique habla un lenguaje mítico y universal, algo que luego sería esencial en la escritura de mi novela.
Con los años, ese camino junguiano se amplió hacia la Antroposofía, corriente fundada por el Dr. Rudolf Steiner, erudito y clarividente austríaco, donde encontré un puente entre la ciencia y la espiritualidad práctica. Allí se abre la posibilidad de mirar el alma no solo en su sufrimiento, sino también en su propósito, en lo que anhela desplegar.
Paralelamente, me formé en tradiciones esotéricas como la alquimia, la cábala y las filosofías orientales, que me ofrecieron imágenes vivas para comprender las transformaciones interiores. Durante tres décadas he ejercido como psicoterapeuta, docente y divulgador en diversos espacios culturales, combinando la clínica con la investigación de lo simbólico: lenguaje vivo que el alma utiliza para recibir los mensajes de los planos espirituales por medio de los sueños, las sincronicidades y las facultades intuitivas.
Mi recorrido profesional siempre estuvo acompañado por la escritura y la transmisión. He publicado artículos en revistas, acompañado a colegas como editor de sus libros, y dictado cursos y conferencias. Más tarde, la formación internacional en Psicoterapia Antroposófica y mi trabajo en asociaciones vinculadas a esta corriente me dieron un marco académico y comunitario para seguir profundizando.
En síntesis, tanto lo junguiano como lo antroposófico -corrientes en que completé mis estudios de posgrado- no son para mí solo escuelas de psicología: son caminos que ayudan a leer los signos del alma en diálogo con lo espiritual. Esa es la misma mirada que nutre las páginas de mi novela, donde lo personal y lo simbólico se entretejen para buscar un sentido más alto a nuestras vivencias.

